FERNANDO FRÍAS: “Para mí es una de las mayores virtudes del proyecto haber estado en Barcelona y haberla explorado. La última versión del guion la escribimos 100% estando ahí”.

29/01/2024

Este mes entrevistamos al director de cine mexicano Fernando Frías. Su última película No voy a pedirle a nadie que me crea ha rodado en gran parte en Barcelona. Hablamos con él de este proyecto que ha visitado nuestra ciudad y que se puede ver ya en Netflix.

¿Cómo comenzó tu interés por el cine y cuándo decidiste que querías ser director?

Desde muy niño, porque mi padre es un cinéfilo y veíamos películas en casa casi todos los días. Creo que eso alentó mi interés por el cine, pero el interés en querer hacer cine fue diferente. Crecí en los 80 y 90 en los que existían esos blockbusteres gigantes y películas de acción. Y fue más bien cuando vi películas con las que yo me identificaba mucho cuando pensé: “Ah, bueno. También se vale poner la vida de uno”. Un poco pensaba: “Quiero que mi vida sea como en las películas que yo veo. Si no, quiero que al menos mis películas sean como la vida que yo vivo”. Supongo que en una temprana adolescencia comencé a identificarme con algunas películas y eso me inspiró.

 

Este es tu tercer proyecto de ficción. ¿Cómo surge la idea de adaptar el libro de Juan Pablo Villalobos al cine? ¿Qué es lo que te atrajo de él?

Fue una suma de circunstancias. La verdad es que la vida no deja de sorprender. Mi segundo largometraje, Ya no estoy aquí, estaba sufriendo un momento horrible. Una pausa en medio de la filmación. Esa película tiene un componente en México y otro en Nueva York. Ya habíamos filmado en México y tuvimos que esperar un año por cuestiones financieras y porque no le aprobaban la visa al actor. Lo que sucedió fue que, en uno de esos momentos en los que yo estaba supertenso, me encontré con esta novela y la empecé a leer. No es que la haya leído y después se me ocurriera adaptarla. Sino que mientras la leía, la iba viendo y se me hacían como muy interesantes los personajes. Yo pensaba que quizás Ya no estoy aquí iba a ser complicada para el público, porque no la estaba pudiendo financiar. Al final, la financiación depende, hasta donde yo entendía de manera muy naif supongo, de personas con decisión que saben lo que quiere el público y que financian cosas pensando en qué les va a gustar. Modestia aparte, Ya no estoy aquí terminó siendo un hito. Un éxito insospechado. Y entonces pensaba: “¿Qué voy a hacer sino puedo terminar la película?, además ya filmé la mitad. ¿Voy a cruzarme ilegal la frontera con este chico para filmar en Nueva York? ¿Pero dónde voy a conseguir el dinero?”. Leyendo la novela, pensé: “Esto suena como algo más cómico, directo y ligero”. Pero lo que son las cosas, terminó siendo una película quizás menos amigable al público general como lo es la otra y que sí le pide mucho más al espectador, en términos de ritmo intelectual y de la cantidad de cosas que están plasmadas sobre el lienzo que es la película.

 

¿Es difícil adaptar un libro al cine siendo dos medios diferentes y cómo ha sido la experiencia? ¿Ha participado el escritor Juan Pablo Villalobos?

Participó mucho sin duda, mucho. De hecho, lo difícil fue escoger que cosas dejar fuera. Porque mientras más quieras dejar dentro, más tienes que tener una estructura que soporte esto, que lo conecte. Y hay ciertos detalles que me parecen geniales en la novela y que no necesariamente tenían que estar en la película. Y él abogaba mucho porque quitemos y soltemos cosas y fue así como lo fuimos haciendo. Al final es más la traducción, más que de la sensación de la historia, de los elementos que la conforman que son elementos muy diferentes. La novela tiene muchos adeptos. Normalmente la gente no puede evitar comparar una forma con la otra, pero se vuelven dos cosas totalmente distintas.

 

¿El hecho de estrenar en una plataforma condiciona de alguna manera el rodaje de un film?

A raíz del éxito que tuvimos con la anterior película me invitaron a hacer un siguiente proyecto y yo escogí este. Además, pensando en que era un proyecto que iba a nacer y estar en la plataforma, quise hacer algo que, si bien va a vivir en ese mundo, propusiera un poco más, que tratara de apelar a un espectador un poco más activo y no quizás tan pasivo. Me preocupaba engrosar las filas de ese contenido quizás vacío, didáctico, inmediato, entretenido, olvidable y apelar a lo pasivo que es lo que sobresale a nivel de números en las plataformas, siento yo. El algoritmo, vaya.

 

La estrategia de lanzamiento de un film financiado por una plataforma debe ser muy diferente. ¿Qué papel juegan también los festivales de cine en esta estrategia?

La verdad es que es una gran pregunta que yo todavía me sigo haciendo. No puedes decir que dependes de los festivales porque al venir de esta plataforma se te cierran las puertas en gran medida de muchos y más cuando durante un tiempo estuvo el tema de la huelga. Por otro lado, la estrategia sigue siendo un misterio para mí. Estoy sumamente decepcionado porque no hubo absolutamente ninguna promoción. Entonces, no entiendo para qué se hace la película, si después se lanza un miércoles sin ningún aviso. Digamos que tuve una relación increíble con la plataforma con la otra película. A parte de que la otra película empezó a funcionar y entonces ellos empezaron a promocionarla. Y en esta fue algo muy distinto. También creo que tiene que ver con que fue llevada por un equipo diferente dentro de Netflix, pero no entiendo la estrategia y ha sido muy triste, la verdad, en ese sentido.

 

Has rodado gran parte de la película aquí en Barcelona. ¿Qué aporta la ciudad al film?

Es un personaje por completo. Para mí es una de las mayores virtudes del proyecto haber estado en Barcelona y haberla explorado. La última versión del guion la escribimos 100% estando ahí. Para mí fue muy interesante buscar como sustituir algunas cosas de la novela. Llevar lo que en su momento era la plaza del Sol e intentar hacer la plaza del Raspall. Y empaparse mucho de la diversidad que existe y de lo balsámica que es esa ciudad tan acogedora para gente de tantos mundos. Que, si bien es Europa, no lo es en condiciones tan drásticas, ni por la cuestión climatológica ni por la cuestión quizás económica o de la cerrazón ideológica. Es bastante cosmopolita y al mismo tiempo es pequeña.

 

¿Has encontrado muchas diferencias entre rodar en México y en Barcelona?

Sí, muchísimas. En Barcelona me gustó mucho la forma en la que trabaja el crew, que es muy profesional y completamente entregado. Hay cosas que no terminaba de entender como el famoso “corte a bocata”. Yo decía: “Pero, ¿cómo? ¡Si acabamos de comer hace diez minutos!”. Y me decían: “Sí, pero hay que ponerlo ahorita”. Y yo: “De acuerdo. Ok, pues corte a bocata” (risas). El crew es maravilloso, mientras no se le toque un minuto más o un minuto menos, se portan genial. Para mí ha sido de las mejores experiencias. Un crew muy trabajador, muy profesional, como pocas veces he visto.

 

Has comentado que estuviste aquí escribiendo la parte final del guion. ¿Cómo fue el proceso de localización en la ciudad? ¿Estuviste caminando por la ciudad para ver los sitios y localizar?

Sí, exacto. No solo en la ciudad, también fuimos hacia la costa, más hacia el norte. Muchas veces iba yo solo buscando y decía: “esto me interesó”. Entonces ya lo veía Laia Farran que era nuestra locacionista y ella encontraba unas opciones maravillosas. El tema curioso fue con los departamentos (pisos). La producción decía: “bueno, vamos a tener que construir el departamento de los personajes en otro lugar”. Y yo decía: “no, que sea chico nos gusta”. Había como tres localizaciones que el crew de Barcelona estaba como muy confundido. Me decían: “Pero, ¿cómo? ¡Aquí es muy limitante!”. Y justo terminó siendo una virtud que fuera así. Ellos no lo apoyaban al principio, pero luego lo vieron. Hubo un encuentro de estos dos mundos. Y fue muy interesante.  

 

En la película hay mucha presencia de ventanas, vemos a los personajes desde fuera. ¿Por qué esa importancia de este elemento?

No existe una realidad objetiva, ni un narrador omnisciente y cada personaje solo sabe lo que sabe, pero no sabe lo que los demás saben. Los secretos que hay. Juan Pablo no sabe qué quiere el Licenciado, Valentina no sabe qué le pasa a Juan Pablo, el Licenciado no sabe qué está tramando Juan Pablo. La manera de enmarcar era componer con esta arquitectura y estos juegos que tiene ya la ciudad misma y tratar de hacer esta analogía con la situación de la información o sugerir que los personajes están metidos en una caja, por decirlo así, que es su propia ignorancia, su propia mente o su condición.

 

¿Es importante mostrar el impacto de la migración, de la experiencia de estar en una tierra que no es la tuya? La película anterior comentabas que era México-Nueva York y esta es México-Barcelona. ¿Expresa algo que has vivido? ¿O es un tema que te interesa especialmente?

La verdad es que no es un tema que busco, sino un tema que me encuentra. Y que se sigue repitiendo. Hay por ahí un siguiente proyecto que tiene que ver con ello y otro proyecto que no tiene nada que ver con ello, pero sí es un tema que me encuentra. Me parece que es un campo muy fértil para explorar las condiciones humanas a un nivel muy básico cuando dos personajes quizás no se entienden porque tienen diferencias culturales o porque el lenguaje en sí mismo es muy distinto.

 

¿Cuáles son tus proyectos de futuro? ¿Tienes claro hacia dónde vas a tirar?

Lo tengo un poco claro, pero también me gusta dejar un poco madurar. Tenía dos proyectos y pensaba que uno iba a ser más urgente y, de repente, el otro está tomando más forma. Lo que viene es ponerme a escribir que es la parte más tediosa, solitaria y sufrida. Y después intentar producirla y levantar el proyecto. Y me encantaría tratar de llegarle a mucho más público y como me quedé muy contento filmando en Barcelona, me gustaría volver. Antes de rodar en Barcelona, viví más de 14 años en Nueva York. Tiene mucho que ver con dónde estoy y quizás eso se conecte con la pregunta anterior de una experiencia que me ha pasado a mí mismo. Siempre me interesa llegar a nuevos lugares, ver las cosas con una mirada muy fresca y eso me sigue interesando mucho.

 

¿Cuáles son las principales dificultades a las que te enfrentas a la hora de levantar un nuevo proyecto? Suponemos que la financiación es una de ellas.

Sí. Depender a veces de algún estudio y la visión que puedan tener sus directivos no es siempre lo más fácil. Escribir siempre es un proceso bastante solitario. Hoy en día, los festivales para mí han perdido toda credibilidad. Ya no estoy aquí fue rechazada por muchos festivales, que después de que le fue muy bien ya me buscaron y me decían: “¿Puedes venir a dar una masterclass?”. Y yo les decía: “¿pero si nunca me has programado?”. Y me decían: “la siguiente de verdad que sí”. Y luego tampoco te programan y veía lo que sí programaban. También viniendo de México y siendo de una región específica, buscan cierto tipo de proyectos. Es mi impresión. Quizás está muy politizado, hay muchas cosas que quedan fuera, hoy en día existe una agenda muy concreta en términos de quién dice las cosas y desde dónde las dice. Todo van siendo obstáculos. Es casi como un videojuego, que pasas un mundo y el que sigue es más complicado. Y se va poniendo más difícil. Primero, escribes la película. Pasas a la pantalla siguiente y el monstruo es más difícil, que es la financiación. Y la consigues. Y luego la producción, que para mí es la más divertida. Y luego la distribución y el estreno. Es como un Mario Bros.

 

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